Ellas alimentan al Mundo

Siete de cada diez mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes en Bolivia, Colombia, Guatemala, Honduras y El Salvador acceden a tierras para producir alimentos, pero sólo tres tienen el título de propiedad de los campos y terrenos que trabajan. Así lo comprobamos LatFem y We Effect con la investigación Ellas alimentan al mundo: tierra para las que la trabajan, que se desarrolló durante 2021 en esos cinco países. Aquí compartimos tres de esas historias que reflejan cómo ellas habitan la paradoja de ser la mitad de la fuerza de producción de alimentos en el mundo sin ser dueñas de la tierra que trabajan a diario.

Bolivia

"Lo que preocupa es que lastimosamente a la mujer le llega el mayor impacto y los efectos de esos modelos de desarrollo extractivista, entre otros impactos, el despojo de los territorios, la contaminación de los ríos y cosechas, y la pérdida de prácticas culturales ancestrales.
Además aún faltan políticas públicas que reconozcan y pongan en valor el trabajo de las campesinas para garantizar la soberanía alimentaria de los pueblos, preservar las semillas nativas y proteger la biodiversidad y el medioambiente frente a la crisis climática"
nos cuenta Wilma de Bolivia.

La lucha por la tierra ha sido históricamente uno de los principales conflictos socioambientales, económicos y políticos que se multiplica en América Latina y el Caribe, la región más desigual del mundo en distribución de la tierra. Según datos de OXFAM, más de la mitad de la tierra productiva en la región está concentrada en el 1% de las explotaciones de mayor tamaño. Esto significa que el 1% de los grandes productores utiliza más tierra que el 99% restante.

Guatemala

“Vivimos bajo el paradigma del patriarcado que no nos permite pensar a las mujeres como dueñas de la tierra, sino sólo al hombre como el que debe tener el mando en todas las pertenencias que existen a nuestro alrededor”, menciona Ana Rosalía de Guatemala.

Por su rol como defensoras de la tierra y de los territorios en muchas ocasiones se ven expuestas a amenazas, hostigamientos, criminalización y desplazamientos forzados, entre una larga serie de violencias, incluida la violencia sexual, lo que convierte su activismo socioambiental en luchas de alto riesgo. El 30% de las mujeres consultadas en los 5 países denunció haber sufrido algún tipo de violencia por su defensa de la tierra y los territorios. De ellas, solo el 42% lo denunció y el 83% sintió que la denuncia no fue tomada en cuenta en su país.

Honduras

"Como nosotras producimos libre de químicos, el suelo queda muy fortalecido. En mayo hacemos la milpa y en septiembre la postrera, para que esté en el verano. Cuando viene el dueño y ve que la tierra le ha quedado limpia y fortalecida con vitaminas, con calcio, con todo lo que le hacemos, dice: ‘Fíjese que esta vez no se la voy a alquilar porque la voy a hacer yo’. Entonces muchas veces a nosotras lo que nos toca es mejorar el terreno a otro" cuenta Yazmín de Honduras.

Las historias de Yazmín, Ana Rosalía y Wilma evidencian la necesidad de garantizar el acceso a la tierra para las comunidades campesinas, indígenas, afrodescendientes y de pueblos originarios en la región, con políticas públicas que incorporen la perspectiva de género y promuevan la titularidad de la tierra para las mujeres. Como ellas, todos los días y en todo momento, las mujeres rurales, campesinas, afrodescendientes, indígenas y de pueblos originarios en América Latina y el Caribe están llevando adelante acciones que ponen la vida en el centro desarrollando estrategias para defender el cuerpo-territorio y sembrar un nuevo mundo con justicia social, ambiental y de género. Todos los días y en todo momento, ellas alimentan al mundo.

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Compartimos este texto gracias al trabajo de LatFEM y We EFFECT

 


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