Nuestra amiga, Lourdes Ortíz Berríos, nos comparte una reflexión para atrevernos a vivir en plenitud.
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En estos días me estremeció el temor. Me detuve como suelo hacer, para sentir y atender esa sensación que conozco bien, aunque por momentos me sigue invadiendo cuando menos lo espero. Descubro que aún me cuesta atravesar en serenidad ciertas circunstancias que siguen llegando inesperadamente, la última por decir alguna de nuestro Puerto Rico; la vorágine de Luma.
En este nuevo tiempo de la humanidad nos toca no solo analizar las situaciones para eliminar la incertidumbre, sino crecer en un compromiso continuo para vivir -y vivir en armonía- en medio de la incertidumbre. No es lo mismo la una que la otra, pues nos toca salir de la creencia que podemos tener control total sobre la vida y sus avatares. Movernos a una zona interior donde estemos más receptivos y abiertos a lo imprevisible, a los cambios. Ya tenemos caminos andados como país, pero reconozco al sentir mi temor de estos días, que se requiere de ciertos rituales y procesos para crear y sostener ese estado interior que nos permita estar en equilibrio y armonía.
Una de las practicas que realizo para armonizar mi mundo emocional tiene que ver con crecer en conciencia y aceptación de cómo me siento ante lo que voy viviendo. Reconociendo que algunas veces estoy en calma, en desapego responsable, pero otras me atoro en pensamientos y sentimientos que me detienen y quieren robar mi paz.
Al hacer una pausa para sentir mis sensaciones y escuchar la voz de mi cuerpo logro serenar la mente, calmar el espíritu y descubrir formas de atravesar las situaciones que se van presentando.
Parece complicado, pero no lo es. Sólo requiere de un compromiso de atención y escucha propia. Buscar un lugar sin interrupciones donde poder estar unos minutos al día en quietud. Sentir el flujo de la respiración y prestar atención a las sensaciones interiores sin juzgar nada de lo que pase.
Desde esa actitud preguntarme ¿cómo me siento justo ahora, o qué me pide la vida en este momento? y permanecer en escucha silente recibiendo lo que surja desde un lugar mas allá de la mente. Recibir con amor y agradecimiento cualquier cosa que surja de nuestra sabiduría interior que sabe cosas que la mente no logra asesar.
También suelo identificar donde se originan las reacciones que me hacen actuar desproporcionadamente, para en la pausa de atención interior atenderme sanamente y no dejar que dominen mi vida. Prácticas que han traído gran bienestar a mi vida y que vienen de la filosofía del Focusing.
En colaboración con Lourdes Ortíz Berríos, facilitadora de talleres y retiros del Instituto para el Desarrollo Humano a Plenitud.
Conecta con ella:
Focusing Puerto Rico
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